Thursday, September 01, 2022

Los Olivos Centenarios de Quilca



Dos árboles y una  leyenda se fusionaron en la ultima expedición que me llevó a lo profundo de un cañadón formado en las rocas más antiguas de Perú (complejo basal costero), suelos con 1862 millones de años de antigüedad, para encontrar un sobreviviente y pequeño relicto de huacanos (Morella pavonis) y siete kilómetros de un olvidado bosquete de olivos centenarios de hasta cuatro siglos, donde personajes legendarios coloniales y cronistas nos cuentan la importancia del pequeño puerto de Quilca en el siglo XVI.


Desde hace más de veinte años vengo siguiendo el rastro al “Huacano” un árbol, cuyo nombre científico es Morella pavonis (antes Myrica pavonis), este no se encuentra registrado oficialmente para el Perú, sin embargo en estos últimos años, junto a un fabuloso equipo de profesionales y apasionados por la investigación del Serfor Moquegua y Tacna, además de otros investigadores como el Dr. Daniel Montesinos Tubeé, hemos logrado hallar varios y conseguimos que acepten incluir a la especie en la lista de flora categorizada del Perú en su próxima edición y vamos por más. 



El Huacano, también conocido como Huacán en Arequipa o Carza en Arica y Tarapacá, se halla actualmente en zonas con poca presencia humana y cerca de algún cuerpo de agua. Hablar o escribir de Morella pavonis tomaría el equivalente a una tesis, pues a pesar que se encuentra olvidado, la historia y los nombres de muchos lugares de los departamentos de Tacna (Huacano Chico o Alto Huacano), Moquegua (Huacanal) o Arequipa (Huacán Huacán), nos habla de lo importante de esta especie en los ecosistemas de hace miles de años y del pasado del hombre.


En algunos lugares como en la Hacienda Osmore, del valle del mismo nombre en Moquegua, fundo al que solo se accede cruzando más de cincuenta veces el río y en camioneta todo terreno, podemos hallar olivos centenarios y huacanos a una distancia relativamente corta, lo mismo sucede en la inexplorada quebrada Cauñani de Tacna. Esta semana pasada, hallamos esta complicidad de árboles en la parte más baja del valle del río Vitor en Arequipa, en un sector próximo al encuentro con el río Siguas, desde donde se forma el río Quilca, que le otorga nombre a este distrito, es el más austral y menos poblado de la provincia de Camaná en Arequipa.



Para llegar a este sector de Hucchas también llamado Uchas y el caserío de Huañamarca, pude reunir algunos datos que en esta última década he ido sumando, conversaciones y evidencia histórica, incluyendo leyendas. Desde el 2006, junto al investigador de la historia del olivo, Gianfranco Vargas Flores, hemos podido acceder a lugares inhóspitos, en varios puntos del sur del Perú, donde pudimos hallar árboles de olivo de hasta cuatro siglos, datación realizada con el método Santander a través de Sudoliva y con el apoyo de instituciones académicas como la Universidad Politécnica de Madrid. Esta apasionante investigación me ha permitido visitar varios olivares centenarios de Arequipa, Moquegua y Tacna; Vargas Flores ha trascendido las fronteras en la investigación de Sudoliva y ha integrado varios a países en esta fiebre por la oleoculturización.


Un primer dato de estos olivares de Quilca - Vitor, me la manifiesta en el año 2011 don José Giglio Varas, quien durante una conversación en un evento junto al museólogo Luis Repetto Málaga y especialista en ferrocarriles Elio Galesio mientras se realizaba un conversatorio sobre la Estación Ferroviaria de Tacna, charlando a propósito de la obra de Giglio: "Tacna y Arica; entre vinos y aguardientes”,  menciona que la vid y el olivo no podían estar separados en la historia colonial y que en su investigación cruzó información con el historiador camanejo Augusto Mogrovejo, quien le comentó que la parte alta del río Quilca, aquella cuyo camino desde el puerto ha sido devorado por las crecidas y el tiempo, están los olivares más antiguos del Perú, tomando como referencia un mito del navegante español Francisco de Camargo.


Esta leyenda relata que Francisco de Camargo llega a Quilca en 1540, que en ese momento era el único puerto del sur del virreinato de Perú y que debido a algunos problemas en su viaje iniciado en Sevilla y cruzando por el canal del Beagle (al sur del estrecho de Magallanes), le urgía llevar mercadería a Arequipa, Cuzco y Alto Perú. En esta coyuntura sucedía la guerra civil entre conquistadores almgristas y seguidores de Francisco Pizarro, por lo que Camargo, quien ya había explorado en Valle de Quilca - Vitor decide esconderse, establecerse y dedicarse al cultivo de olivos, en esas zonas casi inaccesibles.


Posteriormente y ya con evidencia tangible, el cronista Cieza de León en su obra “Crónica del Perú” (1553), afirma sobre la importancia de Quilca como puerto en el Capítulo V de su obra; “Corriendo la costa adelante deste puerto se va hasta llegar al río de Ocona. Por esta parte es la costa brava; más adelante está otro río, que se llama Camana, y adelante está también otro, llamado Quilca. Cerca deste río media legua está una caleta muy buena y segura y a donde los navíos paran. Llaman a este puerto Quilca, como al río; y de lo que en el se descarga se provee la ciudad de Arequipa, que está del puerto diez y siete leguas. Y está este puerto y la misma ciudad en diez y siete grados y medio”.


Además, Cieza de León en el mismo libro,  relata sobre  la vocación del territorio para la plantación de olivos en estos valles, en el Capítulo CXII: “Paréceme a mí que si traen enjertos dellos (olivos) para poner en estos llanos y en las vegas de los ríos de las tierras, que se harán tan grandes montañas dellos como en el ajarafe de Sevilla y otros grandes olivares que hay en España. Porque si quiere tierra templada, la tiene; si con mucha agua, lo mismo, y sin ninguna y con poca. Jamás truena ni se ve relámpago, ni caen nieves ni hielos en estos llanos, que es lo que daña el fruto de los olivos”.


La evidencia histórica, plasmada por varios investigadores, sobretodo Inca Garcilazo de la Vega (1609) y Bernabé Cobo (1653), coinciden que los primeros olivos que llegan al Perú,  sucede de la siguiente manera: “El primer olivo es traído al Perú por Don Antonio de Ribera en el año de 1560. El acaudalado Ribera había participado activamente en las guerras civiles de los españoles en los primeros años de la conquista del imperio inca. Regresó a España en 1557 con las maletas llenas de oro, para finalmente regresar al nuevo mundo en 1560 trayendo consigo varias estacas de olivos seleccionados. De las estacas de olivo tan solo llegaron tres en buen estado, por lo que Don Antonio dio indicaciones precisas para ubicarlas en su huerto y encargó cuidado exclusivo a uno de sus criados.


En esa época los plantones traídos de Europa eran muy preciados y sus primeros frutos eran celebrados por los vecinos de la capital. Así, no es extraño que los primeros olivos y su crecimiento eran motivo frecuente de conversaciones en los primeros círculos limeños y había constante atención y visitas en el huerto de Don Ribera.


Pero en esta parte de la narración es que sucede algo anecdótico. Un día en que Don Antonio fue a visitar como de costumbre su huerto, reparó que una de las estacas había desaparecido. El español montó en cólera y desterró a su criado. Con guardias y esclavos buscó por todos lados y finalmente ofreció recompensa a quien le diera información del olivo perdido”.


El investigador camanejo Milton Zevallos Vergara, cita que “según el cronista Mendiburu, la estaca robada tuvo paradero final en Camaná, en donde creció y dio origen al cultivo de olivos en nuestro valle. Podemos decir entonces que Camaná vino a ser la segunda ciudad del virreinato en que se cultivó este cotizado árbol.” Sin embargo no da más detalle de la fuente, suponiendo, hace referencia al general e historiador Manuel de Mendiburu, en alguno de los tomos de “ Diccionario histórico-biográfico del Perú”, el cual estoy revisando.


Considerando que Quilca era el único puerto del sur en el siglo XVI y suponiendo que la información de Mendiburu sea cierta, y que los olivos llegaran por mar, antes de establecerse en Camaná quizás se habrían reproducido plantones en el Valle de Quilca, si es que la leyenda de Camargo no fuera verídica, esta hipótesis tendría fuerza, en el supuesto que hayan sido directamente llevados al valle de Camaná para multiplicarse, pronto llegarían a Quilca y más al norte en Ocoña y Chala. Sin embargo actualmente los cultivos de olivo en el Valle de Camaná han desaparecido. No obstante,  hay que resaltar que Cobo y Garcilazo mencionan Chile (¿Acaso Chili —Quilca, el valle? ) Como destino final del Olivo en incluso mencionan distancia en leguas, pero que no coinciden con el Valle Chili - Vitor - Quilca.


El investigador Eduardo Dargent Chamot, nos describe también sobre Quilca y olivos, en su obra “Olivos y Olivas en la historia del Perú” (2021) citando a Antonio Raimondi, quien relata su travesía por estos valles y ya en el siglo XIX, describe olivares antiguos.: “Raimondi sube luego hasta Puno, donde recorre las orillas del lago Titicaca y después de visitar otros lugares en la sierra inicia el regreso a la costa desde Ayacucho, y llega al valle de Vitor, desde donde, pasando por Siguas llega a Camaná. Comenta que luego de cruzar el río del “estrecho valle de Siguas”, subió a una pampa árida, desde donde bajó al “fértil valle de Camaná”. De esta última parte del viaje explica que allí vio sus antiguos olivares y hasta recorrió “los bosquecillos interpolados con casitas y sembríos” (Raimondi, 1879: 234)”. 


Posterior a la visita de Raimondi al Valle de Quilca, El sector Hucchas, se cita el relato del doctor José María Morante, que  « nos narra un pasaje triste para los Quilqueños, por intervención de la armada chilena, así tenemos que en 1880 los buques enemigos “Pilcomayo” y “Tolten” bloquearon el puerto el día 02 de noviembre y un tal “Calderón” telegrafió a la prefectura de Arequipa en el sentido de que el día anterior, en uno de los buques indicados, salió un emisario parlamentario que desembarcó a las dos p.m. para notificar a sus pobladores en su desocupación de sus viviendas, dando un plazo de cinco minutos procedimiento posteriormente el invasor a incendiar almacenes, casas particulares y rancherías del puerto.


No contentos con esto se fueron al pueblo incendiando sus viviendas bajando luego al valle, incendiando sus anexos como Pueblo Viejo, el Platanal, Uchas, (Hucchas) Quiroz, Higueritas y Monte grande como a las seis de la tarde todo Quilca se convirtió en cenizas por manos criminales, dejando a los Quilqueños a la intemperie luchando contra la cruda naturaleza. »


Una vez más tomando la obra de Dargent y esta vez haciendo mención a la publicación del marino e historiador peruano Rosendo Melo: “Publicado en Lima en el año 1906, el Derrotero de la Costa del Perú, es uno de esos libros que no dejan de sorprender por lo detallado de las descripciones de las puntas, bahías, puertos y morros de la costa acompañado de ricas opiniones sobre los regímenes de agua, la producción de cada valle y demás detalles propios de un historiador y geógrafo destacado. Completa la obra una serie de dibujos, cortes y fotografías que cubren el litoral peruano de frontera a frontera. 


Al recorrer la costa arequipeña, Melo menciona los olivos muy brevemente. Al tratar de Ocoña dice “El valle es ancho y fértil, siendo olivos y vides lo que en mayor escala se cultiva” (241). Sobre Camaná es igualmente escueto y se contenta con mencionar que “el valle es bastante fértil, productor especialmente de olivos, alguna caña, vides y cera vegetal silvestre” (1906: 243). 

Más al sur, vuelve a mencionar los olivos al describir el puerto y alrededores de Quilca. En este caso, sí da Melo un dato adicional, que aporta a la historia de los olivares arequipeños. Luego de mencionar que, desde Quilca, se puede ver algunas veces asomar la cima aguda del Misti, completa la descripción refiriendo que “El principal producto de este valioso valle es el olivo, que por desgracia en el último año ha estado sufriendo una enfermedad que los seca” (1906: 245).”


Quilca fue el principal puerto de Arequipa hasta 1826, luego que Santa Rosa de Islay fuera  construido. Quilca va perdiéndose paulatinamente en el olvido, al carecer de vias de comunicación terrestre y aislarse durante casi cien años, es con creación de las irrigaciones Majes y Siguas que se refuerzan nuevos accesos al valle y se aperturan también  caminos zigzagueantes para arrieros que descienden abruptamente desde las de las pampas de Majes y Siguas, convirtiendo estos lugares de Huañamarca (cerca al encuentro de los ríos Siguas y Vitor, donde nace el río Quilca) y Hucchas en destinos muy difíciles de acceder.


En mis innumerables conversaciones con Ernesto (Tito) Trabucco, empresario tacneño y gran conocedor de los olivares del sur del Perú, me comenta que el año 1982, debido al fenómeno El Niño, no hubo producción de aceitunas y estando en Yauca, recibe el dato que los únicos olivares que habían producido eran unos añosos árboles que eran más antiguos que los de el valle yauquino en incluso que los de Ilo, se referían a los olivares de Vitor y Quilca, a los que solo se accedía por un zizaguenate camino desde la pampa hacia un pequeño pero profundo cañón, Tito me cuenta que se comercializaron esa vez cerca de cuatro mil kilos de aceituna a las familias Torres y Ribera, el dato de los olivares más antiguos fue resaltado varias veces por los yauquinos.


Este año tuve la suerte de conocer a Rubén Aguilar comunicador social y majeño de corazón, quién conocía la existencia de estos olivares y me contacta con Victor Hugo Zegarra, empresario y gran conocedor de la zona, quién ya había estado en el lugar el cual me facilita información y algunos datos importantes para llegar. Se programó junto a representantes y especialistas de la autoridad competente en la datación de árboles, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre, SERFOR que en Arequipa ha realizado diversas campañas para el reconocimiento de árboles patrimoniales y se inicia la expedición a esta zona remota. 


Luego de cruzar Santa Rita y la Pampa de Siguas en vehículo todo terreno, llegamos al punto de reunión cercano a una antigua capilla y previo al descenso, aún las camanchacas (neblinas) estaban cubriendo el profundo valle, sin embargo se disipó en menos de una hora. Con cierta dificultad por la pendiente del  terreno, y casi doscientos zigzag, llegamos luego de dos horas de bajada al río Vitor en el sector Las Haciendas. 



Desde el primer momento tuvimos contacto con viejos olivos cerca a un antiguo horno. Caminamos hacia río arriba por un sendero donde, a lo lejos vimos a un poblador que se encontraba al otro extremo del río, nuestro amigo se llamaba Antonio Torres, conversamos brevemente y nos indica cómo  llegar a lo que él considera una zona de interés de los olivos más añosos y  se encontraba “el gringo”, su hermano Emilio Torres. Es así que en el trayecto, hallamos a Zacarías, quien lleva 30 años aquí trabajando para la familia y nos conduce a la zona donde reside eventualmente Emilio Torres quien se convierte en nuestro anfitrión.


Emilio nos cuenta que estos olivares pertenecieron a su abuelo Marco Torres Paz, posiblemente heredado del abuelo de este, don Agustín Paz. Aquí vivían varias personas, además de las excelentes aceitunas, se cultivaban frutales, hortalizas, tubérculos, hasta trigo. Lamentablemente las irrigaciones iniciadas en las pampas de Majes y Siguas en los años cuarenta y las ampliaciones en los sesentas, han generado impactos en los valles, como lo evidencia un estudio del 2008 realizado por el ingeniero Victor M. Ponce, “Las irrigaciones de La Joya y San Isidro-La Cano, en Arequipa, Perú, han producido una serie de impactos hidrológicos y ambientales en el valle adyacente de Vítor. El mayor impacto consiste en el aumento de la salinidad del río Vitor, como resultado de la contaminación con aguas de retorno de las irrigaciones. Otro impacto importante lo constituyen los deslizamientos de los taludes, los que se han producido en el sector Pie de Cuesta en 1975, en el sector La Cano 2007, y en otros lugares”.



Emilio, nos cuenta que el impacto ha disminuido, posiblemente por el reemplazo de sistema de riego por gravedad al sistema por goteo en las irrigaciones. No obstante durante varias décadas se han reportado olivos estresados, que empezaron a secarse, los árboles más antiguos también se vieron afectados, siendo talados y aprovechados por los nefastos carboneros. Además se evidencia la disminución en cantidad y calidad de camarones, así como la desaparición de peces lisas y otros. El daño causó pérdidas emigración, por lo que formaron un Frente de Defensa.


En el sector Huañamarca, hubieron olivos realmente enormes, pero además de la contaminación de las aguas y debido al mal funcionamiento del canal, se secaron y una vez más fueron presa de los carboneros, lo mismo sucedió en los sectores Huarango y Pampa Blanca. Especialistas del Serfor procedieron a realizar la medida de la circunferencia y altura de uno de los olivos cercanos a la vivienda de Emilio, el resultado es de 10.23 metros de circunferencia y 9.50 metros de altura. Hemos acordado realizar una segunda visita de dos días para recorrer hasta la zona de Sururuy, en cuyo recorrido, habrían olivos con mayores dimensiones. El olivo datado hasta hoy como el más antiguo de Perú se encuentra en Ilo y posee 11.70 metros de circunferencia y tiene 450 años.



Sin temor a equivocarnos creo que hemos llegado en un momento importante donde se hace necesario conocer más de la historia de los olivos en el Perú y generar más conciencia de la importancia de los árboles poco investigados como el Huacano y de árboles patrimoniales para la puesta en valor de varias localidades, así como convertirlos en herramienta para la educación ambiental y desarrollo del ecoturismo.


La historia de los olivos más antiguos del Perú y Sudamérica, se sigue escribiendo y se proyecta a un gran producto turístico con la elaboración y diseño de rutas del olivo que iniciara Sudoliva el 2018 en Ilo.



La información relacionada a Francisco de Camargo, requiere mayor análisis y evidencia histórica comprobada, que pueda contrastarse con la datación científica de los árboles del sector.


No olvidemos a la aceituna tan arraigada a nuestra gastronomía y al aceite de oliva que son los que directamente se relacionan al hombre hace milenios y en el Perú hace casi cinco siglos, y está insertada en nuestra gastronomía y en nuestra cultura.



La oleoculturización, es decir el conocimiento sobre aceites, en especial el aceite de oliva nos permite ramificar las disciplinas y desde estos nuevos enfoques, buscar mecanismos para hallar un equilibrio armónico de valoración y aprovechamiento de lo tangible e intangible.

Thursday, August 04, 2022

Yudith Mamani: Segundo y Tercer Registro de Ascenso al Nevado la Monja en La Cordillera del Barroso de Tacna.

Hace ocho años, con mis hermanos de montaña Pablo Cáceres, su esposa Jana Leiva, ambos montañistas experimentados, junto a Manolo del Castillo de Reportaje al Perú, Jhony Saire, camarógrafo de guerra y dos adolescentes de Alto Perú; ascendimos al Nevado La Monja, que se encuentra en la Cordillera del Barroso en Tacna y que se observa desde algunos lugares privilegiados cerca a la ciudad y otros puntos en la serranía.



Semanas antes estuvimos preparándonos físicamente, pues ya  habíamos planificado la ruta y ascender desde el sector “Paso de los Vientos” y el 14 de abril del 2014, coronábamos La Monja a más de 5600 msnm.


Una de las tantas anécdotas que recuerdo, es que para aminorar el peso, dejé sobre una gran roca, un termo envuelto en un pantalón, pensando hallarlo durante el descenso, pero bajamos desde la cumbre del nevado por otra ruta, así que prometí volver por el termo que mi amiga Jana me había prestado.


También recuerdo que para grabar la llegada a la cima de La Monja, tuvimos que realizar para el programa, varias tomas, descender un poco y volver a coronar, cosa que a 5600 es complicado. El ascenso fue parte del Programa: Palca, Alturas y Aventuras y se encuentra disponible en shorturl.at/ozHN8 


Este año 2022, recibí de una gran amiga, el enlace de una foto, donde una montañista, mostraba el hermoso paisaje desde uno de los picos de la Cordillera del Barroso, la imagen era de la montañista Yudith Mamani, a quien inmediatamente contacté para preguntarle sobre el nombre del nevado, ella me comentó que fue el propio Barroso; que es el Apu de cinco picos que da nombre a la cordillera. Hace unos días (últimos de julio 2022) recibí el mensaje de Yudith, donde me enviaba fotos de su llegada a la cima del Huascarán, proeza que está difundiéndose en las redes sociales.




Luego que entabláramos conversación, me comentó que está cursando estudios como guía oficial de montaña en la Escuela de Guías de Montaña de Huaraz, y en cuatro años ha logrado la cumbre de varios nevados, me pareció formidable que siendo an joven, haya acumulado tal experiencia, las cumbres a las  cuales llegó están:
  • Chachani  dos veces, 
  • Tutupaca (Tacna)
  • Coropuna tecer nevado mas alto del Perú.
  • Pichu Pichu - Coronado, full day.
  • Chachani invernal, full night.
  • Yucamani en 3 ocaciones; Yucamani invernal, Yucamani en solitario y Yucamani Guiando.
  • Barroso 2 veces guiando.
  • Vallunaraju ( Huaraz)
  • Mateo ( Huaraz)
  • Huarapasca ( Huaraz)
  • Achacollo guiando (Tacna)
  • Mismi (Arequipa)
  • La Monja 
  • Huascarán

Durante nuestra charla, le comenté que yo solo había logrado tres cumbres y que entre ellas, la cima del nevado La Monja, que es de regular dificultad, por lo que me dijo que deseaba subirla. Entonces le di los datos necesarios y algunos trazos de ruta. 


Yudith, en esos días se hallaba en rehabilitación aquí en Tacna y casi recuperada al 70%, debido a un accidente de montaña en un ascenso organizado con motivo del día de la mujer por el Club de Arequipa. Sin embargo, decidió ascender a La Monja, junto a dos compañeras , no obstante, se sumaron amigos suyos corredores de elite ultra traileros, atletas con quienes ya había ascendido el Yucamani,  ellos son: Rubén Gálvez, Lidia Quenta, Irene Mamani y Ofelia Sosa. 

La travesía no fue fácil, partieron sábado en la noche, el bus los deja a las 11:45 pm en Paso de Los Vientos que se encuentra a 4997 msnm, por seguridad ascendieron cierto tramo, sobre los 5000 metros para armar el camping, la noche fue dura por las condiciones del terreno y la altitud.


Para el ascenso, partieron 3:00 am y se armaron dos grupos, los corredores de élite ascendieron primero, marcando rutas, colocando apachetas, con el objetivo de llegar 8:00 am, las condiciones de la ruta de ascenso no son fáciles, por el tipo de terreno. Me comenta Yudith que las condiciones del suelo son similares a las del sector Cabeza del Indio Dormido del volcán Pichu Pichu en Arequipa.


Por otro lado el desconocimiento de la ruta y para evitar un accidente de montaña, se tuvo que tomar las medidas para  minimizar los riesgos.  La ruta más optima parecía la más adecuada, sin embargo, al otro lado, se veía un barranco. Una anécdota donde pensaron en renunciar, ya cuando divisaron que el primer grupo había llegado a la cumbre, y estando a 200 metros de la cumbre, solo bordear, la roca es suelta y zona muy empinada. Ofelia estuvo algo afectada e Irene se sentía bien. Desde la cumbre les gritaban que no suban que es peligroso, había bastante roca suelta . Decidieron trabajar el equipo y usaron cuerda por seguridad y así llegaron a la cumbre del nevado La Monja.


Estuvieron casi 20 minutos en la cumbre, igualmente se dividieron en dos grupos.

Solo hubo un incidente donde Irene sufrió un resbalón. Esto se aprovechó para mejorar las Técnicas para descender de montañas. Llegaron al campamento a la 1 de la tarde y descendieron esperar al bus que bajaba de Alto Perú, En el trayecto pudieron hallar solo el termo que hace 8 años dejé envuelto en un pantalón de drill, la prenda por acción del sol y temperatura, seguro de desintegró, pero hallaron el termo algo dañado, quizá por que hay deslizamientos de rocas continuamente o debido a la acción de animales silvestres. Yudith concluye que la montaña requiere de preparación nivel intermedio.


Para la segunda subida, regresó con equipo de montaña, para escalar y en esa oportunidad pudo probar varios equipos, lo que llenó sus expectativas y ese 15 de mayo Yudith ascendió el nevado la monja por la cara sur, ya que estando la primera vez en la cumbre, divisó que era posible ascender con equipos más técnicos;  crampines, piolets, arnés, cuerda, estaca, cordinos, mosquetones con seguro y uno que otro clavo de hielo con eso se puede hacer travesías, escalada en hielo, rapel y demás.

El montañismo en Tacna, es practicado por pocos, quienes se atreven al frío, soportan alturas sobre los 5500 metros y asumen retos. Quienes practican fondismo, ciclismo u otro deporte de resistencia y distancia, pueden lograr los ascensos.


La Cordillera del Barroso, es una excelente cadena montañosa para lograr cumbres, sobre todo por el acceso desde el altiplano tacneño. Recordemos que el austriaco Raimund Heinzel y su equipo conformado por Wolfgang Axt, Bruno Klausbruckner, Bernard Saxinger y Franz Hawelka, acompañados por el tacneño Carlos Neustadt en 1968, llegaron a coronar 66 picos de los cuales 59 nunca fueron coronados por montañistas modernos, aunque Wolgang Axt declara haber encontrado restos en algunas cumbres de visitas anteriores (posiblemente F. Du Bois en 1955 y quizás otros trabajos topográficos), según comenta Pablo Cáceres.


Éxitos Yudith en tus futuros ascensos, pronto estaremos viendo tu celebración en el Aconcagua.


Friday, August 13, 2021

Santos Olivos

¿Quién no ha disfrutado de una ocopa, ají de gallina, causa, tamal o solterito de queso?, en todos estos potajes dignos representantes de nuestra gastronomía, la aceituna es un gran complemento. La aceituna es el fruto del olivo, este árbol está presente desde los albores de la historia de la humanidad, lo leemos en la biblia, cuando Noé recibe de una paloma la prueba de tierra firme luego del diluvio. En el cristianismo y otras religiones cumple un rol especial en las ceremonias, a través la unción con aceite de oliva.
El olivo es oriundo de la cuenca del Mediterráneo y además nos ha brindado durante milenios su fruto, la aceituna y ese gran aceite que se utilizó también como alimento y complemento para muchas actividades como en el uso de lámparas para la iluminación.
Se sabe que las primeras plantas de olivo que llegaron al Perú, las trajo directamente desde España el procurador de la corona, don Antonio de Ribera en 1560. La producción de aceite creció por la solicitud de la ciudad de Potosí, pueblo de Alto Perú (actualmente Bolivia) con grandes yacimientos de plata, cuya población y sus demandas se incrementaban. Ya lo menciona el cronista Berbabé Cobo, que durante el virreinato "después de la vid se sigue el olivo”.  
El Parque del Olivar en San Isidro, Lima, posee también olivos muy antiguos, cuya plantación es atribuida a San Martín de Porres. En cuanto a las fuentes históricas, nos remitimos a los documentos de su beatificación, en los que el asistente del fraile, Juan Vázquez Parra, brinda testimonio sobre un hecho milagroso:
“En el mes de agosto de 1637 Martín y Juancho se trasladaron a la hacienda de Limatambo (hoy El Olivar de San Isidro), donde plantaron 700 esquejes de olivo en menos de 15 días. Sucedió que las ramas retoñaron hojas al tercer día de riego, es por esta acción sobrenatural que fue considerada un milagro durante el proceso de beatificación de Martín de Porres”.
El año 2020 el Serfor publicó la Guía para el Reconocimiento de Árboles Patrimoniales y ya se han identificado algunos olivos centenarios, en Ilo se encuentra el olivo más antiguo del Perú datado con más de 450 años en el fundo Las Glorietas. 
En Arequipa en la provincia de Islay, distrito de Dean Valdivia, siguiendo el relato de  la publicación, Historia General del Valle de Tambo Arequipa - Perú de Mario Juan Arenas Figueroa, se  menciona:
“En las lomas, la agricultura era más pequeña, estaba reducida a pequeñas estancias dedicadas al cultivo de olivares, frutales y papas, pero con una actividad pecuaria mayor que estaba dedicada al engorde de ganado vacuno y a la crianza de ganado equino. Los olivares de Challascapa habrían sido sembrados por Sebastián Monteagudo, padre de sor Ana de los Ángeles de Monteagudo [1602 - 1686] (…)  El olivar de Challascapa fue de doña Inés de Monteagudo, hermana de la reverenda Madre, sor Ana”. Los olivos se Challascapa son los más antiguos de variedad aceitera a diferencia de los otros de aceituna botija.
Existe una relación estrecha entre la aceituna y la historia mestiza de nuestro Perú, porque sus inicios en estas tierras se relacionan con la religiosidad, nuestra cultura y gastronomía. Es imperativo una ley que proteja los olivos centenarios y promueva el consumo de aceite de oliva y la aceituna, promocionando nuevas recetas, además de explotar sosteniblemente el potencial en agroturismo de estos mágicos olivares.

Friday, September 04, 2020

Ají, ajíes y ajizales

Los sabores "picantes" me acompañan desde que tengo uso de razón, son parte de mi vida, de mi origen y mi pasión por la gastronomía. Aquí comparto un artículo, resultado de varias publicaciones sobre el ají.

El origen del gen de todos los ajíes o pimientos, también llamados chilis, conocidos en el idioma quechua como uchus, y en el aymara como waykas, se ubica en el actual territorio de Bolivia, en el denominado "triángulo valluno" conformado por los valles de Aiquile, Comarapa y Villamontesen, entre los departamentos de Cochabamba y Chuquisaca, según diversas investigaciones paleobotánicas  y de germoplasma, en base a estudios y colectas realizadas en los años 70 por el estadounidense PhD Hardy Eshbaugh, botánico y profesor emérito de la Universidad Miami.

Hardy Eshbaugh

Hardy Eshbaugh, PHd 

Universidad de Miami (fundada en 1809 y que toma el nombre del río Miami que avanza al sur en Ohio, no tiene que ver con la Miami tropical del estado de Florida) en la ciudad estadounidense de Oxford (homónima de la ciudad universitaria de Inglaterra) en el condado de Butler, estado de Ohio.

Además de las investigaciones y colectas de otros investigadores mencionados en la presente publicación como el boliviano Martín Cárdenas Hermosa, a quien, en su honor, se le otorgó como nombre científico al Capsicum cardenasii.

Para la presente publicación que recopilan textos, enlaces y citas, usaremos la palabra ají, ya que en otras latitudes posee diversas denominaciones. La palabra ají proviene de la lengua taína (haxí) que pertenece al grupo Arawaks, expandido por el Caribe y la Amazonía. El término fue utilizado por los españoles, quienes, al llegar, hallaron que estos frutos se consumían en el Caribe y que en aquella zona también se consumía al igual que en Centroamérica llamándolo ají en lo sucesivo, donde lo encontraban.

Se calcula que hace veinte mil años, se originó el primer "Capsicum" (el nombre científico del género de ajíes y chilis) silvestre, dispersándose naturalmente por Centro y Sudamérica y cuando los humanos arribaron a América, ya existían en Perú cerca de 25 especies. Se conoce que fueron cinco las especies domesticadas en la época precolombina en diferentes partes de Latinoamérica (Capsicum baccatum: ají doméstico en Bolivia, Perú, Ecuador y Chile; Capsicum pubescens: domesticado en los Andes y que luego se distribuyó hacia Bolivia y Ecuador; Capsicum annuum, Capsicum saiminense y Capsicum frutescens que comparten genes ancestrales y que fueron domesticados independientemente; el primero en México, el segundo en Centroamérica y el tercero en la cuenca amazónica). El ají contiene el alcaloide capsicina, del que proviene el gusto picante y se sabe que dicha sustancia no posee olor ni color. (El Ají y las Culturas Alimentarias Andinas. Tesis para optar el título de Licenciado en Historia que presenta el Bachiller: Diego Emilio Luza Fernández).

Según el rastreo genético, una planta de pequeños frutos esféricos y extremadamente picante, que crece hasta la actualidad de manera silvestre en Bolivia y Perú llamada "ulupica", (Capsicum cardenasii), propia de lugares de altura media, lluvia moderada y temperaturas cálidas, sería el origen de todas las especies de capsicum.

El ulupica, Capsicum cardenasii se encontró por primera vez en el altiplano boliviano, cerca de la ciudad de La Paz, en el sector "Río Abajo". Incluso en una colección de Otto Buchtien aparecida en 1911 se menciona una planta encontrada a una altitud de 2.450 metros. La planta fue descrita por primera vez en 1958 por Charles Bixler Heiser (1920 – 2010​) quien fue un profesor y botánico estadounidense, y Paul G. Smith, en la revista "Brittonia",

Heiser también encontró una planta en las cercanías de La Paz. Pero luego Hardy Eshbaugh, halla en sectores del mencionado triangulo valluno, muestras que, según los trabajos de rastreo genético, tendrían origen en este sector, en Perú se presume su posterior adaptación silvestre en los valles orientales cerca de la cuenca del Titicaca, hace miles de años, de esta especie silvestre, provendría el rocoto.

Se cree que las aves se encargaron de expandir las semillas en su excremento por otros lugares, ya que estas no sienten el picor o pungencia en su pico. Es una de las primeras plantas domesticadas en América del Sur junto con la papa.

En Perú existen diversas pruebas de su utilización en diferentes lugares; consumieron el ají quienes habitaron hace diez mil años en la Cueva de Guitarrero en Ancash, las semillas de ají estudiadas junto a canastas y restos de frejoles o porotos, son evidencia de ello. Thomas Lynch nos ha dejado un gran legado con sus investigaciones. Gracias a él, sabemos que la cultura andina, en su rama tecnológica, nació en el Callejón de Huaylas.

El ají, Era parte de la dieta de muchos pueblos costeros que lo combinaban hábilmente con productos del mar. También se usó como medicina. Fue "utilizado como condimento en Caral, la civilización más antigua de América, aquí conocieron varios tipos de ají, entre ellos el limo, rocoto y panca", hace cinco mil años. El ají mochero, ya era consumido hace más de 4000 años en Huaca Prieta en La Libertad, también se encuentra como expresión cultural en el tallado del obelisco Tello, de la cultura Chavín hace más de dos mil años.

En el antiguo Perú, incluido el territorio de  la actual Bolivia y Ecuador, el ají estuvo representado en tallados diversos, diseños en ceramios y acompañaba a los muertos en sus entierros. Era objeto de intercambio, alimento, medicina, servía en rituales como divinidad y también ofrenda. Es decir, acompañó a los primeros humanos que llegaron a América desde tiempos inmemorables.

Elmo León, investigador del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, explica que en la cultura Nasca (200 a.C. – 500) también se hallaron evidencias del uso de este alimento. Además, fue conocido por el imperio Wari, lo que implica una gran aceptación en la costa central del Perú.


Muestra de Cerámica Pre Hispánica
Héroe Mochica “Ai Apaec” de cuyo cuerpo se desprenden ajíes, y en sus manos sostiene una planta de ají y otra de frejol. | Botella cultura Mochica (1 – 800 d.C.) y Recipiente Nazca

En la publicación ¿El Ají es Peruano? Su historia y algunas costumbres nacionales de Susana Bedoya Garland, sobre los nombres del ají en aymara, escribe:

La licencia para que se imprima el trabajo del padre Bertonio se da en 1611 y la Compañía de Jesús da su aprobación en 1612, así que este podría ser la fecha de la publicación del diccionario más antiguo del aymara. Efectivamente en la página 155 está la palabra: “Huayka, Axi, cuyas especies se hallarán en la primera parte en el vocablo axi”. Y “Huayka hallparha. Comer algo con salsa de axi”.

A su vez, en la página 16 están los vocablos castellanos con su traducción al Aymara, no figurando la palabra axi, sino:

Agi: Huayka

Agi colorado larguillo: Luki huayka

Agi grande redondo: Lokoti

Agi menudo que quema mucho: Chinchi huayka

Agi que no kema: Moksa huayka

Agi brauo: Haro Huayka

Agi verde: Cchokhaña huayka

Agiales: Huayka yapu

Incluso, en el mito de los hermanos Ayar, que explica de manera simbólica el surgimiento del Imperio Incaico, este fruto está presente. Según narra la historia, Ayar Manco, Ayar Cachi, Ayar Auca y Ayar Uchu, acompañados de sus cuatro hermanas, salieron de una cueva llamada Pacaritambo y emprendieron un viaje para encontrar una tierra fértil en la cual establecerse. El nombre de uno de los hermanos es Uchu, que según cronistas y lingüistas, se traduce como ají, aunque el reconocido investigador del quechua y aymara, Cerrón Palomino, aclara que la lengua primigenia de los Incas no era quechua, (El ají y las culturas alimentarias andinas - Diego Luza Tesis PUCP) presumiblemente puquina o aymara, pero que podría interpretarse como signo de la importancia de este insumo, ya que en la leyenda de los hermanos Ayar, se menciona directamente al ají en los escritos de los cronistas españoles que hacen relato de la leyenda.

Ayar Uchu. Por lo que respecta a, que Betanzos registra como (ver 2015;I,III:5v [1551]), Cieza como (ver 1985;[VI]:13 [1551]), y Cobo en la forma de (ver Cobo 1956;LXII,III:62 [1653]), es decir bajo texturas formales diferentes a la canónica , invitan a la sospecha de que estaríamos ante un nombre ajeno al quechua y al aymara. Indagando sobre ello, damos sobre el término uro , es decir, /u/ “niño, menor” (ver Cerrón-Palomino y Ballón Aguirre 2011:186), reconstruible como *u (a), y con mucha probabilidad un préstamo del puquina en dicho idioma. De aceptarse esta hipótesis, significaría entonces “Ayar el menor”, en oposición a , o sea “Ayar el mayor”.

Los incas practicaban algunos sacrificados ayunos antes de ingresar a zonas sagradas, entre los cuales se prohibía el consumo de ají y sal, así como relaciones sexuales, le llamaban a este ritual de ayuno, "sasi", similar al que los maestros de la ayahuasca recomiendan seguir semanas antes de la ingesta por parte de los iniciados, esto, para estar más "puros".

Ellos "utilizaron, entre otras especies, el arnaucho y el rocoto, además de las variedades denominadas ají montaña, ají coralillo, ají chinchiucho, y otras que crecían en las montañas de Madre de Dios y recibían los nombres de miotiucho, pluana ucho y gatlo ucho".

En el libro "Ajíes peruanos. Sazón para el Mundo" (2009), se dice que era muy valorado. Asimismo, el texto detalla que uno de los castigos más severos para adúlteros o violadores, era colgar boca abajo a un criminal sobre una hoguera, que era alimentada con ajíes secos. Lo denso del humo hacía complicado respirar, los cegaba y en ocasiones podían asfixiarse. Pero, por otro lado, era apreciado como una mercancía para el intercambio. Se cree que los incas utilizaban un manojo de ajíes como forma de pago llamado "rantii", tan valorado como las hojas de coca.

Si bien es cierto que los colonizadores españoles se impusieron sobre el imperio Inca, el ají prevaleció e incluso se volvió un ingrediente popular en el Viejo Mundo. Cristóbal Colón, convencido de hallar un nuevo condimento que reemplazaba a la pimienta, fue el encargado de llevar sus semillas a la reina Isabel La Católica, en su viaje de 1494.

La tesis doctoral titulada “El señorío Arica y los reinos altiplánicos: complementariedad ecológica y multietnicidad durante los siglos pre-conquista en el norte de Chile (1000-1540 D.c.)” de la Universidad de Chile, para optar al grado en Historia Mención Etnohistoria de Helena Horta Tricallotis, sobre el cultivo de ají en la costa sur de Perú, menciona:

… “donde empieza el cultivo de ají, que ocupa todo el valle, lleno de fincas pequeñas. En este espacio de terreno, mui angosto, i apenas de seis leguas de largo, venden anualmente ají por valor de ochenta mil escudos” (el énfasis es mío; Frezier 1717: 152). Esta cita da cuenta de lo que varios siglos más tarde todavía significaba el ají en términos mercantiles; más adelante veremos a individuos de elite prácticamente sumergidos en fosas rellenas de ají y rocoto (Capsicum pubescens), precisamente en el cementerio de Azapa. En tiempos prehispánicos el ají - junto con el maíz azapeño - representó un alto valor en los intercambios eco-complementarios, valor probablemente semejante al que tuvieron el pescado y el guano como productos costeros. En relación con el importante rol jugado por el ají en el sur del Perú tenemos noticias documentales sobre Sama (centro por excelencia del cultivo de ají), Ica, Acarí, Tambo, Locumba, Moquegua, Ilo, Arequipa, Tacna (Pease 1988).

Grabado de Guaman Poma y Documento firmado por el encomendero Lúcas Martínez

… Por otra parte, no hay que olvidar que los indígenas de los valles de Tarapacá, Cato y Carbiessa (¿?) también tenían acceso a Humagata para cultivar sus propios cocales (“tienen estancias de coca, e ají, grana e otras cosas”; el énfasis es mío. Cédula de encomienda de Lucas Martínez Vegazo, 1540). Por lo mismo, en relación con los cultivos que se desarrollaban en las tierras de Azapa tenemos que considerar en forma especial el rol jugado por el ají (Capsicum). Frezier describe lo siguiente: “El valle [de Azapa] se interna al este, estrechándose; i una legua adentro se halla la aldea de San Miguel de Sapa.

Para Mayer la reciprocidad “es una relación social que vincula tanto a una persona con otras, con grupos sociales y con la comunidad, como a grupos con grupos, comunidades con comunidades, productores con productores y a productores con consumidores, mediante el flujo de bienes y servicios entre las partes interrelacionadas” (Mayer 1974: 37).

Desde los inicios del virreinato, en Ayacucho, Piura y Cajamarca, existieron espacios que homenajeaban al ají: las picanterías. Considerados como lugares para la tertulia y las discusiones políticas y sociales, siempre se acompañaban de comidas regionales preparadas en brasa de leña, cuyo picor se aplacaba con chicha de jora o cerveza. Garcilaso de la Vega narraba en sus crónicas, allá en 1609, que los “peruanos son tan amigos del uchu (ají, en quechua) que no comerán sin él aunque no sea sino unas yerbas crudas”.

El ají es también una prueba del mestizaje culinario que hubo en nuestro Perú. En el siglo XVII los españoles introdujeron a esclavos africanos, quienes se alimentaban, entre otros insumos, de los interiores de la res, al ser más más accesibles. De ahí resaltan los platos como el cau cau, la chanfainita, la sangrecita o el choncholí, que van con ají sí o sí.

Doña María del Busto, fue la primera o una de las primeras personas en realizar el trámite formal ante la corona para poder traer esclavos africanos a Sama (Tacna) en el siglo XVI. La mayoría de aquellos africanos procedían de Angola. Es así que al llegar al sitio donde sería su hogar lo llamaron inicialmente Hacienda Cangola, se ubicaba cerca de la desembocadura del río Sama.

En el valle de Sama históricamente además de algodón, se sembraron ajíes desde épocas pre incas, esta tradición no cambió mucho a la llegada de los africanos, quienes adoptaron este picante cultivo, y que acompañó al antiguo peruano, lo supieron aprovechar, seguramente también adoptaron el batán, para conseguir la pasta de ají, insumo para muchas preparaciones.

También ocurrió durante el arribo de los primeros chinos a mediados del siglo XIX, quienes empezaron a abrir bodegas o fondas donde ofrecían comidas que tenían ají, como la salsa de tamarindo con ají panca o el relleno de los wantanes que tenían rocoto.

Era un alimento muy valioso y con propiedades alimenticias extraordinarias. El aprovechamiento del ají fue total, se usaron las hojas, y las vainas, siempre con la sal como complemento y dualidad andina. El nombre en quechua es “uchú” y en aymara, “huaica”; en taíno caribeño “haxi”, “chili” en México, “guindilla” en España, “peperoncino” en Italia, etc.

El uso y consumo de ají, está ligado a la gastronomía peruana a través de las "picanterías", salsas que acompañan preparaciones y los platos como el ceviche, rocoto relleno de Arequipa, Puca Picante de Ayacucho, Picante a la Tacneña en Tacna, respectivamente, son prueba de ello y merece todo un estudio  y publicación aparte.

Como se menciona en el libro "Ají, regalo de Bolivia al mundo" de Rita del Solar y Lupe Andrade, hay tres grandes ramas de ají, que el descubridor del gen primario, W. Hardy Eshbaugh, señala:

Capsicum pubences (Locoto, rocoto, lotillos silvestres), que morfológicamente no se parece a los ajíes domesticados. Esta especie es andina de elevación media y es única. Genéticamente pertenece a un grupo compacto de taxa silvestre que incluye C. eximium (Bolivia y el norte de Argentina), C. cadernasii (Bolivia) y C. Tovarii (Perú). En Guatemala y en Chiapas se cultiva en pequeñas cantidades.

Capsium baccatum var. pendulum, es otra rama; para nosotros es el ají mirasol, verde, amarillo o escabeche. Se cultiva en el Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina, y según los suelos el ají es más o menos picante. Es una especie de origen sudamericano y muy poco conocida en otros lares. En la costa sur de Perú, se produce el ecotipo Pacae, siendo conocido el ají Pacay de Ite, el más largo de Perú

El Capsicum annuum, es la especie más domesticada y conocida en el mundo. Se la conoce como “chili”, pimiento morrón, pimentón (para hacer páprika) a pesar de ser una sola especie, tiene muchas formas, tamaños y colores y como vemos puede ser picante y no picante como el morrón, al que no se llama ají porque no pica.

De estas tres ramas de ajíes domesticados derivan todas las especies que hay en el mundo y por supuesto en Perú y Bolivia. Con ellos se preparan diversos platos y salsas que siempre están presentes en nuestra mesa y en la de varios países. 

Actualmente en el ámbito de la medicina tradicional, el ají en sus variopintos especímenes es apreciado por los reconocidos kallawayas o curanderos de la localidad paceña de Charazani, que lo utilizan en sus brebajes, sea para el tratamiento contra los dolores, las úlceras, la fatiga, el “susto” expresado en depresión y ansiedad, las “llagas supurantes”, la dismenorrea, la falta de apetito, entre otros.

Actualmente en Bolivia, la especie silvestre, "ulupica" se utiliza para preparaciones que acompañan varios platos de su gastronomía, citando al mismo Martín Cárdenas, en su libro, "Manual de plantas Económicas de Bolivia", donde, además, menciona el hallazgo de estas especies silvestres en el departamento de La Paz, Puente Pojo, Comarapa y Tarija; describe que las "ulupicas" son muy abundantes en los mercados de La Paz y Tarija. Se las vende generalmente hervidas en agua para que resulten menos picantes. En La Paz, suele utilizarse la "ulupica" para moler la popular "jallpa-huyaka" con tomate que es picante y aromática. Otros preparados son la "jallpaña" que en aymara significa lamer; la "llajwa" o "llakkwa" según la zona de Bolivia donde se prepare usa rocotos o locotos en La Paz y en el oriente se usa ulupica o aribibise puede preparar con tomates y cebollas; se usa en huacatay también llamado saico o chicchipa para poder hacer otras preparaciones, como el “llatan” en Arequipa, así como la quillquiña o cilandro boliviano para preparaciones similares.

Un estudio del rocoto realizado por el Ministerio de Salud del Perú determinó que este alimento contiene agua, hidratos de carbono, proteínas, fibra, calcio, fósforo, hierro, niacina (que ayuda al aparato digestivo, la piel y los nervios), riboflavina (buena para el crecimiento corporal y la producción de glóbulos rojos), entre otros.

Ecotipos de ajíes peruanos

Actualmente en Perú existen más de 350 ajíes, la publicación "El punto de ají, Investigaciones en Capsicum nativos" Números 1 y 2 del Programa de Hortalizas UNALM, 2012, en una interesante clasificación de los ajíes más comunes en chacras y mercados, menciona:

Ajíes de la Costa Norte: Cerezo (Capsicum annuum), dos ecotipos, redondo y triangular; Cacho de cabra (Capsicum baccatum), verde o largo; el Limo (Capsicum chinense) con los ecotispo miscucho y bola; mochero, arnauchu, etc.

Ajíes costeños de producción intensiva: escabeche, pacay (Capsicum baccatum)  y panca (Capsicum chinense).

Ajíes amazónicos; ayuyo, challuaruro (ambos Capsicum baccatum), charapita (y charapón), dulce, pucunucho (Capsicum chinense) , malagueta (Capsicum frutescens), etc.

Ajíes andinos: rocoto, rocoto de huerta, rocoto de Selva Central. (Capsicum pubescens).

Otros ajíes, como el pipí o pichulita de mono (Capsicum annuum) que se le encuentra en selva o costa norte.

En el caso particular del ecotipo Ají Pacay de Ite, se ha demostrado que no se requieren cantidades industriales para enviar un producto diferenciado al exterior. En marzo del 2016, quince restaurantes de Lima, de los mejores, usaron este peculiar y largo ají que llega hasta los 35 centímetros, que posee una pungencia regular, la que no dificulta su consumo total. El ají pacay, es vendido generalmente a Bolivia para ser pulverizado y comercializarlo junto a otros tantos tipos de ajíes. En los mercados bolivianos, los aprecian.

La relación de los ajíes de los valles costeros del sur de Perú con la puna y altiplano, no es reciente, ya que, como se escribió en los primeros párrafos de esta publicación y donde de cita que el producto era cultivado hace casi 8,000 años y distribuido a través del trueque con otros productos andinos. El ají se cultivaba en grandes extensiones en los actuales valles de Azapa, Caplina, Sama y Locumba, para abastecer los reinos altiplánicos o aymaras como Lupacas o Pacajes, podríamos decir que son nativos ya que estos valles costeros, son los más próximos a su centro de origen. Esto también se menciona líneas arriba citando la tesis doctoral de Helena Horta Tricallotis

Recordemos que paradójicamente, “el origen del ají se encuentra en Bolivia (llamado Alto Perú durante el vireeinato); desde esta zona, y gracias a las corrientes de los ríos y a las aves migratorias, el ají empezó su recorrido, que lo llevaría a poblar y conquistar el resto de América del Sur y Central, y después el mundo entero”. Pero podría haberse adaptado tempranamente en nuestra costa sur.

A diferencia de la cocina andina donde las carnes y algunos vegetales son sancochados, pachamanqueados u horneados, los africanos que llegaron en calidad de esclavos y luego, sus descendientes usaban manteca de cerdo para sus preparaciones, pues venían desde África como bloque cultural con avances en varios aspectos incluyendo el gastronómico. Imagino que por esos siglos, además de preparar picantes con vísceras, también lo harían con camarones, que ya era consumido por los pobladores de los valles costeros muchos siglos antes, incluso este potaje con papas y ají, podría haber dado origen al Picante a la Tacneña.

A inicios de nuestra época colonial, España ya contaba con algunas décadas libre de los musulmanes. La influencia de la cocina mozárabe en el virreinato de Perú, entre los pobladores nativos y africanos del virreinato, se hizo sentir, recordemos que en la cocina medieval no era extraño el uso de patas o vísceras del ganado, allí tenemos los "callos a la madrileña" potaje del invierno español elaborado con intestinos de res que, por inicios del siglo XVII, ya se consumía en la península ibérica.

El Picante a la Tacneña, es un claro ejemplo de lo que significa el ají para nosotros, un plato con influencias de cuatro continentes, donde el fruto picante es el principal actor, pero sobre el plato bandera de Tacna al igual que con el “charquicán”, donde los ajíes decretan, queda mucho por investigar y recorrer.

Hoy el ají o chili abunda en el mundo; en el libro "Ajíes del Perú" se lee: ..."es importante saber esto, pues el Perú posee quizá la mayor cantidad de especies de Capsicum cultivados disponibles comercialmente. México es un país afamado por sus ajíes, pero su diversidad no es grande”.

Capsicum, es el nombre científico del ají que procede del vocablo latino “capsŭla”, en mención al fruto que en realidad es una baya y que tenemos la dicha de que su centro de origen esté muy cerca y es más fácil entender la importancia de este cultivo para nosotros y nuestra gastronomía. Hoy se consume en diversas presentaciones, se encuentra en cervezas, destilados, chocolates, etc.

La pungencia, picante o picor se mide a través de la "Escala Scoville". La capsaicina es el componente químico que estimula el receptor térmico en la piel, especialmente en boca y nariz. La escala mide la cantidad presente de capsaicina, que va desde cero a quince millones (capsaicina pura). Por ejemplo, el pimiento morrón es casi cero; el ají amarillo 500 en promedio; ají colorado, 50 000, ají charapita hasta 80 000 y el rocoto hasta 200 000. El "Pepper X" llega a 3 millones, es un chili creado en EEUU, a partir de cruces de los más picantes como el Naga Jolokia (Sri Lanka - India) que supera 1 millón en esta escala. La capsaicina concentrada el 15 millones se usa para defensa en el gas pimienta.

Escala de Scoville de los ajíes

El consumo de ají y sus preparaciones libera las endorfinas produciendo cierta sensación de placer, pero nosotros además de eso, le damos historia, sabor, amor y color. Nuestra gastronomía peruana lo demuestra.

Ahora que sabes más del ají, ¿Qué plato que te antojaste? 


SITIOS WEB CONSULTADOS

https://andina.pe/agencia/noticia-dia-los-ajies-peruanos-estos-son-los-embajadores-las-cocinas-regionales-724431.aspx 

https://pdfs.semanticscholar.org/4a7a/7a4986140948340d4e2cce2ae38ff5006c77.pdf           

https://www.academia.edu/34119902/Las_cadenas_de_valor_de_los_aj%C3%ADes_nativos_de_Bolivia 

https://peru21.pe/vida/hombres-comen-aji-mayor-presencia-hormona-sexual-201333-noticia/ 

https://peru21.pe/opinion/pimiento-saborea-europa-103766-noticia/

http://www.viajesdelperu.com/2018/12/peru-pais-de-los-350-ajies.html 

https://andina.pe/agencia/noticia-dia-los-ajies-peruanos-adn-nuestra-gastronomia-esta-fiesta-765812.aspx

https://impactolatino.com/el-origen-genetico-del-picante-son-los-andes-sudamericanos/